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viernes, 29 de enero de 2010

Microrrelatos de Ariadna Blasco (2º de bachillerato)


Manía

Subida a sus andamios femeninos, corrió calle arriba alborotada. Perdiendo toda galantería abrió con brusquedad la puerta de la casa, cogió el sombrero del perchero, se lo colocó en la cabeza y con un suspiro de alivio, volvió a poder vivir tranquila.


Claudia

Lleva tres horas ante el trasto, mirando la pantalla y no hace nada, divaga de una página a otra y espera, pero no como esperaría una persona cuerda, sino con una angustia en la boca del estómago que no sabe si es de inquietud o parte de los efectos del alcohol que entró en su cuerpo de más la noche pasada.
Tiene lagunas, pero en este momento es lo que menos le importa.
Chasquea la lengua. Huele raro, huele a alguien que no es ella, pero está segura de que le huele el pelo y eso le pone nerviosa; sin embargo no es capaz de levantarse y buscar alguna distracción.

Claudia seguirá esperando, Claudia espera, bebe zumo, se queja de su migraña y arruga la nariz cada vez que inspira. No lleva calcetines y se le enfrían los pies, tiene hambre, pero a la vez no.
No morirá, solo estará dos horas más ante el trasto.


Jugándomela

He de reconocer que me he enamorado de tu voz, como una niña jugando a la gallinita ciega: que busca y busca pero no te encuentra.


Oculta

Ella lo mira de reojo como quien no quiere la cosa, sonríe amargamente y finge, porque fingir es su sino, porque dar golpecitos con el boli es lo único capaz de hacer en ese momento, porque si lo mira un poco más, estallará en mil trocitos y veinte personas la verán llorar como a una descosida. Cinco la consolarán y él no estará entre ellos.

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